Es probable. La mayoría del tiempo usted habla de las probabilidades que hay de que esto o aquello ocurra. La mayoría del tiempo usted se equivoca: como si pudiera sortear el tiempo con sus tontos juegos de azar.
Y me enferma. Me enferma que se juegue la vida a perfectas estadìsticas, porque sabe que no ocurrirà; que por màs que apriete los puños, la vida no es una tòmbola, un suspiro no es un ocèano. Y no hay colectivo que nos lleve a recuperar la cordura: admìtalo, estamos insanos, la vida se nos va. Lance pues la ùltima moneda, y vamos a ver quièn tiene la razòn.
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